Tuesday, February 2, 2016

Testimonio de una experiencia de la oración que sana


La forma en que Dios se ha comunicado conmigo mayormente ha sido a través de imágenes. Practicando la oración para escuchar a Dios y obtener sanidad de Él, en una ocasión después de preguntarle acerca de la causa de mi fuerte enojo hacia mi madre al ser muy insistente en sus recomendaciones y sobre todo si yo no estaba de acuerdo, El me mostró llevándome en mi mente al tiempo en que nací.

Yo heredé tanto el temperamento como los rasgos físicos de mi abuela paterna quien la había tratado con menosprecio y abuso especialmente en el tiempo de recién casada y durante nuestra niñez.

Dios me mostró que especialmente mi temperamento llegó a ser de tristeza y dolor para mi madre. Aunque Dios le ha dado un corazón tan increíblemente lleno de amor por mí y mis hermanos (y hasta por la suegra) el enemigo usó su tristeza, dolor y muchas veces enfado para hacerme sentir que mi temperamento era malo y algo muy feo en mí. Esto constituyó una gran herida en mí que satanás aprovechó para crearme un sentimiento de inferioridad y de resentimiento hacia mi madre.

En el nombre de Jesús reprendí a estos espíritus malignos que habían tomado parte en estas heridas y pedí al Espíritu Santo limpiarlas y sanarlas y que me mostrara Su verdad acerca de estas mentiras que creí.

También sentí la necesidad de pedir perdón a Dios por creer en ellas y perdonar a mi madre en el nombre de Jesús por haberme lastimado aunque no era su intención.

El me mostró Su presencia desde que me hizo en el vientre de mi madre, lo ví mirándome y contemplándome con amor y me hizo entender que El me entregó a mi madre para ser de alegría y consuelo para su corazón ¡Como lo he sido muchas veces!...en lugar de tristeza.

Fue increíble darme cuenta que en ese momento Dios quitó esa carga pesada que ni siquiera sabía que llevaba y que mantenía un ciclo vicioso que había sido un obstáculo entre mi madre y yo para tener una mejor relación.

Dios me llenó de paz y de un sentimiento nuevo de valor y desaparecieron el dolor y la amargura que me causaban esas heridas.

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